I.
Tu historia ha girado en la ruleta
¿en cuál ficha del tiempo viene tu triunfo?
los relojes se detienen a mirarte,
a ver tus muertes lentas y tus resurrecciones.
En la hora en que vemos el agua del espejoestá la puerta abierta de la gloria,
pareciera que los techos se derriten
por la lumbre que enciende tu pabilo,
semejante a la fuente que se rompe
donde sacias tu sed de lo insondable,
y los montes claman por su calma.
II
¿Oyes los ecos del mundo en esta selva de iguanas?
los lobos montan a horcajadas las vides;
en el redil las ovejas balan por el mejor vino,
su esplendor te hará cerrar los ojos, el desagravio;
centellean las fuentes propicias a las aves,
manantiales de consolación descienden a nosotros.
III
¿Para qué presumes el barro bajo tus faldas?
quédate en el verano de las cigarras
y no con el desgonce que estorba al gozo
como una mosca en la frente;
la melancolía brilla en el borde de la copa,
vuelva a tus flores mustias el color.
IV
En los recodos serpentean los astros,
ellos no se esquivan, se miran cara a cara,
o de reojo coquetean en las calles
como las huellas del amor y el salitre
sobre la piel de un tigre dormido
besado en el tiempo de la espuma.
V
Escucha el decacordio del atardecer,
el arpegio quebrando tu coraza. En las alturas embelesa la fiesta fluorescente,
llama a los peces alados que zigzagueanen los destellos de las añoranzas,
en las lágrimas que el mar devuelve a la orilla
mientras desanudan los sueños
de la manta tejida en los alambres.
Retorna peregrino a la primavera;
aquí hay un esplendor oculto
como el acantilado que espera la ola
y se ase del verdor de las algas.
VI.
De mi boca comieron las gaviotas,
de mis labios provino tu caricia,
la mudez brotó ante la afrenta,
mastiqué despacio la amarga calumnia
con tal de verte en libertad.
De tus manos tierra sembré mis plantas,de tus dedos de tinta dibujé mis letras,
en tus palmas crecieron las dádivas,
comiste el ajenjo y el silencio
con tal de repartir los frutos.
La palabra nos sacó de la postración,
fuimos depositarios de letras,
atrás quedaron los buzones del olvido,
bendito fue el verbo recibir conjugado
en primera persona de la entrega.
VII.
Encontré la pieza de mi rompecabezas
y el alimento primigenio de mi paz;
ahora deambulo, loca, llena, llena de ti,
como una urraca parlanchina
celebro ebria en el pasaje de los cielos
por quien bebió la copa fermentada.
Voy a casa a comer, a comer de tu cuchara;
discurro cual piedrecita empujada por tus aguas,
precipitada en el cauce de tu insomnio,
doy palmas y danzo por tu cercanía,
estiro mis manos para deletrearte
antes que venga la luz de la mañana.
Velemos que se hace tarde para dormir.