Hallé un niño extraviado en el caminonunca supo oír mis ojos,
de tanto ruido sucumbió a sus ondas
le dije: ¡ten cuidado transeúnte!
las grandes avenidas
llenan los besos de carbono,
son inciertos como el humo
vagan hasta el cansancio
entre tantas soledades que gritan
cuídate de los dedos secos
saturados de ansias por las cartas selladas,
por las noticias que penden de los hilos de otros
cuídate de abandonarte en el papel reciclado,
siempre habrá
alguien que quiera reescribirlo
y el alma se queda en el pasamanos del puente,
atiborrado de huellas
cuídate de no reconocerte en los charcos,
de perder el asombro frente al zumbido de alas
porque los males se contagian
y pueden acuclillarte entre las
astillas de la escalera rota
de un sueño de madera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario