viernes, 31 de enero de 2025

Poemas a dos manos


SILBA EL VIENTO

sobre los riscos del recuerdo

El frío cala, la ansiedad, un hilo

desmadejado en el cilicio del olvido.

La hiladora acompasa nuestro huso,

enfila al sendero donde existe la durmiente;

queda atrás la realidad, 

el señorío de las flagrancias de tus manos 

que se asen al peldaño adormecido

en el trémulo suspiro que acaricia

los vaivenes que me das a cuenta

en este calendario interminable...

Pasan las horas y presiento

el vino que tiembla en el ombligo,

la lengua que abre surcos 

ahora ausente.

Regreso a cavar en el libro abandonado



esas letras que pendían cual aretes,

que tú hilabas cada tarde justo antes

 del concierto de corales;

y hundida en altamar despierto 

en tus páginas de sal 

a merced de tu marea y de tu brisa.


Amatista y Frodo


LLORO

Lloro, aunque no lo veas lloro,

soy una represa contenida en llanto

y en cada lágrima brota tu nombre

porque este es mi canto.

Canto de amor que quiero que se vuelva río

y recorra tu valle, tu bosque,

y haga volar mis gacelas,

y así salvaje, de amores ficticios,

de sueños efímeros

confluyes en cada verso/

te amo con el corazón empuñado,

maltrecho, malherido,

-este dolor que escurre mi sangre-.

Mi metafísica emoción,

mi aletargado suspiro: vuelves a mis ojos.

Te veo, desnudo y sin prisa,

te veo regocijado en mi hamaca,

luego despierto

como un sortilegio maldito

que empaña mis noches/

y me bebo tu veneno

-no me importa si es ajeno-

le robo al sueño tus recuerdos.

Esparzo en el viento mis aromas,

para que me extrañes,

para que corrompas tus pensamientos,

así como invades los míos/

y deseo de tus labios el néctar

celestial que brindas,

esa ponzoña anhelada por siempre,

la mágica inquietud de poseerte.

Retorno al tiempo infinito,

la música que en mi tocaste un día/

el sonar de las campanas que me embelesan,

tus granadas florecidas,

la fiesta de amanecida,

ese tren sin regreso

en que embarque mi alma/

y lloro, felizmente lloro

porque te amo.


Amatista y Seráfico 



SINFONÍA DEL SINSONTE

Rendida estoy a ti, sedienta de tu cuerpo, 

cohabito tus sueños tibios, 

con la esperanza que despiertes 

la fragilidad de mi piel de abril.

Abierta estás al infinito anhelo 

de succionar con mi voraz “famelia” 

el néctar de la flor de tu camelia 

en el máximo clímax de tu celo.

Húndete en mí, amor, 

mi mar espera por tu río, 

y en lo profundo surcos nuevos nacerán, 

surgirá el vaivén de las olas 

que en la mañana sobrevolarán gaviotas.

En la clave de sol tuya, 

busqué afanoso de tu piel la nota...la más profunda, 

la nota wagneriana, la que furtiva hasta tu piel rebota.

Mis manos son espuma que te baña,

mi aliento el rocío que tus poros reclaman,

no soy; somos uno, este maravilloso juego de amarnos.

Todo arde en el éter de estas paredes

en las sandalias de este momento, 

y es que estamos tú y yo unidos 

en esta hora incierta que me recuerda y eterniza 

como la necesidad impostergable de toda carne.

Huelo el aroma de tu selva encendida 

y te bebo completo en esta noche gitana.

Recuerda los dioses duermen,

no sabrán los pecados de tu carne en mi carne.

Sigue las rutas que anhele dibujar tu boca,

sigue el instinto que devora mis lúgubres soledades,

sigue el unísono sentir, 

tañe con tu instrumento, 

termina la obra magistral de música

que comenzó con nuestra mirada.

Devoro tu cuerpo como Saturno a sus hijos,

y es que siento como tus aspas

rompen el madero de mi cautiverio

y soy el reventar de olas nocturnas, 

el caudal que silencioso recoge la nieve del verano.

Provoca mi alma, amor, que ya es tuya,

para ti declarada, soy ahora simiente florecida,

regocijada, presa en la libertad de poseerte,

abrázame, dulce tejedor de las fibras

que colorean mis sentidos.

Cabalga en las delicias de mi cuerpo

y descubre este sabor de sal que me brota

yo beberé la miel de tu pasión y el vino de tu copa

mientras mis carnes trémulas te piden ansiosas

que deslices tus caricias en mi cuerpo

y tus caderas las delinearé con el tacto de mi boca.

Parece de pronto que el tiempo se ha esfumado

¿cuánto habrá tardado mi boca en alcanzar la tuya?;

pecho con pecho sigo penetrando en tu vida;

tu respiración ceñida, presurosa, 

quejumbrosa copia la prisa 

de nuestros movimientos... el estruendo final... 

nuestros cuerpos son sólo placer

y la mitad de mi vida viajando a tu cuerpo.

Somos una historia que deja un eco entrelazado, 

sinfonía del sinsonte


Amatista - Seráfico



COMO SI LOS CIELOS ME HUBIERAN ABIERTO SUS PUERTAS

“ Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi Amado, 

que le hagáis saber que estoy enferma de amor...”

Cantar de los cantares, Rey Salomón


La Esposa

Te veo descender

impregnado con chispas de estrellas;

como si los cielos me hubieran abierto sus puertas,

como si la lluvia me sorprendiera desnuda

y me diera un traje nuevo

¿Será la luz de tu amor que me ha bañado?

¿Serán tus besos que se han posado en mi boca?

El Esposo

Tu traje es una hermosa filigrana de luz y seda

trenzada en amor y fantásticas rosas,

como un beso sublime y ardiente en tu boca...

Un vívido ropaje que en la noche te plena.

La Esposa

Me has amado desde los siglos,

mientras yo dormía;

ahora me despiertas, me conectan al mundo tus fibras

febriles.

Festejo tus manos acariciando mis palomos

¿Qué son tus dedos, si no tallos que sostienen mis flores?

El Esposo

Amada mía, paloma mía....

¡Tú estás desnuda esperando la lluvia

ya brotan de ti jazmines sonrosados!

y una rosa en botón en tus senos amados

danza para mí con un canto sagrado...

Yo forjo un bastión en tu pozo encantado

y grávida ya vibras en gozos azules

¡Yo velo tiernamente tu fruto azulado

y doy besos calmos a tu cálida ubre...!

La Esposa

Con tu aceite fino has encendido mi lámpara,

beberás de las reservas del vino,

me dirás Ave Fénix, desde ahora estaré en vela

para que vuelvas con tu llama ardiente a incendiarme.

El Esposo

Eres linda, mi Amada,

tu cuerpo es mi prado y santuario,

es dueño tu talle de sabias cadencias

y tus piernas se avienen perfectas al son de mi descanso.

Tu vientre es trigo, porcelana y agua de mis ríos

y tus pies un ánfora divina que consagra mis senderos....

Trae tu mejilla a mi pecho, pues la lluvia declina y se aleja:

ha dejado en ti un velo que te guarda hermosa y fresca para

mí....


Amatista y Alfredo

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