(Foto triste de los días en que extrañaba a mi marido J. Fausto González Martínez).
(La poesía no debe explicarse pero si usted lee historia, ve diversos documentales, entonces entenderá a qué se refiere todo lo que trato de resumir en este poema).
Soy la bebé oropéndola
desplumándose en un orfanato oriental,
a la que baña la lluvia ácida.
Soy latinoamericana, a la que le acortaron
la jornada y le horadaron la nube tornasol
-El río rojo absorbido en el alarido abisal-.
Soy la que usaron de cenicero,
la que se salvó del incendio,
la que aprendió a ver con las manos.
Soy la que sembraron en el campo minado,
a la que mancharon su frente
y cubrieron el rostro
para no lamer las piedras.
Soy la estudiante, la consentida de mamá,
la distraída que no vio el puñal en los camaleones,
ni pensó en las aureolas volátiles
ni en las magnolias como carroña.
Soy la niña que se quedó sola en casa
la que a los doce años amamantó cuervos.
Soy una aldeana de África,
me tatuaron para el sacrificio:
Comieron de mi carne,
bebieron de mi sangre.
Soy la que tiene un plato servido en la mesa,
la que dejó la puerta abierta,
la que resolló en la ventana,
a la que esperan,
de la que hablan las paredes…
la que está en duermevela.
2013