A veces amar no es tan bueno
si no están en tus zapatos
si ciegan los ojos para ver la herida del costado.
El olor a pan viene de tu mesa
y no hay café para los dos
loores a Dios por mi estómago cerrado.
Hoy me vencerá el sueño de nuevo
mientras caminas a otra casa
y tu calzado permanece bien lustrado.
Todavía no se sacudirme el polvo
cuando me cierran la puerta
ni sé que voz tienen los cerdos
a quienes tiro mis perlas.
Me sigue la mirada de un amigo real
que desde dentro ladra su ardor
por la copa amarga que le tocó beber.
Leonard me cuenta del acorde
en el almud de David
y la danza cruzando los pies
con saltos de júbilo.
Juntaré entonces, los granos que desean los pájaros
incendiarios del árbol
para subir en las notas de las liras.
Te invito a jugar a las cuentas…
prometo no usar el hoyo donde escondo mi cabeza.
¡Aleluya!
(Después de oír a Leonard Cohen)
2010
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