no busca perfección en los enojos,
ni en la envidia que irrita sin razón
de los desvelos tu vientre generoso
hecho de ti, de nuestros sueños
de pequeños milagros que adormecen
este tocar tu piel sin acusarme
de abrir las puertas sin cerrarlas.
Reconozco retórica en mis letras,
sé de la redacción en los adverbios
en tu rima, del poema que emana
de tu piel en el perfume de tus labios
sonrosados, dulcísimos de miel.
Amar es llamarte por tu nombre,
recitar en parábolas promesas
transformar tus dones en pasiones
y reír, con llantos de tus frutas.
Eres suspiro y esperanza
alborada que llega apresurada,
para colmar mi aliento con el tuyo
y saciar mis ansias de adorarte
como mi diosa, amiga, amante,
esposa.
Dulce candor de mis mañanas,
¡te amo!
18 feb 2010
J. Fausto González Martínez
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