Eras la roca lavada por el río
ahora un destello de la fuente viva
la flor abierta para acunar a vuestros hijos
eras la mano que se extendió
brazos de torre para guardar a los amigos
Te fuiste al banquete celestial
portando para el deleite frutos exquisitos
sirviendo sin cansancio desde el Todo
la mesa llena te puso en el mejor camino
Porque te fuiste a brindar, a festejar
esa vida que apretabas cada hora
porque morías cada rato pero no ahora
Y venciste la tormentosa tempestad
te guareciste en la secreta eternidad
Te entregaste con fiereza en cada lucha
extendiendo el tiempo en que la tierra escucha
más otro vuelo te llevó a cielo alto sin abismos
de donde nace el crisol de los destinos
y eres de Dios ese carbón que con su fuego te atizó
para vivir en el sinfín de sus prodigios.
Poema basado en una conversación con mi hermana Claudia, en oraciones que vinieron al despertar, cuenta mi hermana que su canción favorita era Brindis de Thalia, y vino a mi mente el Himno Roca de la Eternidad.