Quiero aguijones en mi lengua;
la riqueza de tu Espíritu da tregua
y mi alma vencerá la guerra,
desde el flanco reluce la espera.
Toma la espada, oh, valiente;
toma estandarte de oro, prudente;
busca en las leyes la victoria,
busca la vigorosa luz de la gloria.
Amado, eres supremo deleite;
en tu voz de tormenta voy a esconderme;
Soberano Rey, Omnipotente
siembra en mi boca dos filos fervientes.
Soy testigo fiel de tu clemencia
acudo a la entereza de tu fuerza;
del guerrero aprendo diligencia,
voy por la corona pasando la puerta.
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