Era el tiesto con el que Job solía rascarse;
era la llaga abierta
para quitar un trozo de furia atascada,
la desazón de una tiniebla;
y pisaba constantemente la rebeldía
para que no hablara.
¡Agacha la cabeza! me decía,
agacha la cabeza para hallar
tesoros ocultos entre larvas;
y fui juntando las monedas,
buscando la exuberancia de lo sencillo,
sin raptos, porque se ama.
¡No pronuncies palabra! recordaba,
no pronuncies palabra a oídos
taponados de filosas piedras
porque ya trajeron la hemorragia
y en la sangre está la dignidad que resta,
el remanente queriendo subir la cuesta.
¡Recuéstate en la piedra! me imponía,
recuéstate en la piedra donde
un pueblo se levanta,
y me hice hierba para aprisionarla,
y fui en ella mancha de agua.
¡Escarba en su fuego! intuía,
escarba en su fuego pleno
de constelaciones y esperanzas,
y fui un sol naciendo de sus manos,
y fui hiedra florecida en sus murallas.
9/12/24
No hay comentarios:
Publicar un comentario