Cuando te siento prolongo mi vida,
me reconcilio con el mundo,
parece que al fin
una caricia verdadera me tocará;
y es que eres mi alfombra mágica,
mi príncipe encantado sin castillo,
más tu escudo alcanza para los dos.
Si por ti le robé al dragón el fuego
y se fue mejor a nadar con los cisnes;
si tumbé a las mujeres
que se subieron al árbol
que malgastaban tu nombre.
Tú me ayudas a ver los enemigos
con armas de goma,
y a entender que colisionan
con sus propias palabras.
Cuando siento tu poder sublime
me pones tan enferma de amor
que no quiero desinfectarme,
más bien pienso
propagar el virus.
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