jueves, 12 de diciembre de 2024

Elegía


Suenan las flautas en el viento recio,

Alaska en el oído de la península;

y sin embargo, una isla

sobre la silla vacía:

este fantasma hueco y tu ausencia.

Siento los habilidosos dedos

totalmente huérfanos;

esta tos del desamparo

este ahogo, esta disfonía;

y después del charco: la grieta.

Miro el velero a la deriva

anclado en la roca

donde los albatros chillan;

y los ojos más cerrados que la noche,

y tras los párpados el relámpago.

Pareciera una distopía:

mi cuerpo dejó de ser mortaja

sobre tu cuerpo dulce;

al pechiamarillo le vino la ceguera.

¿Y la armonía después de la caricia?

solemne calla la cigarra,

la oda se ha borrado;

expira el fragmento del poema

consumido en la hoguera de la herida.



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