(Puerto Nuevo BC MX)
Subir en la infancia a una cima muy verde,
a ensoñar la vida y montar sus corceles;
ver detrás del arcoiris
y bañarse en el río de piedras preciosas;
asignarle un número a las palabras
y hacer ecuaciones;
entrar en el hábitat de las especies
y guardar los secretos.
Dibujar los sueños frutales
para que un niño descubra sus formas,
saboreé, y huela como sabueso;
cantar siempre cantar
hasta cristalizar las lágrimas,
recoger todos los pedazos de uno mismo
y de los otros, recomponerlos.
Mirar por primera vez en el microscopio
las células de las cebollas,
indagar en las sustancias,
ponerle brillo a los colores opacos.
Deconstruir la mejor receta de los postres
y avivar en las papilas gustativas
lo ácido, lo dulce, lo cremoso, lo humedo,
lo esponjoso, lo terroso;
y quedarse al final con el suspiro
cuando la victoria toca a la puerta,
una medalla por vivir
lavada del vestigio de las guerras,
por mirar todo con poesía,
como oyendo y viendo al Omnipotente
durante siete días.
Marzo 19 2021