de la semana tercera del mes cuarto
del año sexto y había:
Un cansancio en mis lomos
dos vértebras torcidas
tres heridas supurando
cuatro esquirlas en mis ojos
que rasgaban mis sueños.
Cinco rastros inventados
seis rasguños en el sobre sellado
siete marcas de tu olvido
ocho maullidos que hace un tiempo
bautizaron mis oídos.
Nueve nacimientos: mi primavera
diez sonatas de amor
once flagelos de invierno
doce campanazos de alerta
para saltar al techo.
Entonces, me dejé sobornar por el aire
quien me vendió la idea
de que ibas a respirarme
en el dulce intento
de correr tras de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario