lunes, 22 de febrero de 2021

Génesis 1. Parte II



Todo era un caos:

vagaba a tientas como un hombre que de repente se queda ciego,

yo era como un ente que el mundo no entendía, algo menos que el barro;

una constante orfandad me consumía.


El desorden era evidente,

lazos de esclavitud me acordonaron,

dardos lastimaban mis invisibles pies

y era fácil tambalearse

y tratar de reír para nadie

y para nada.

La anchura de los abismos me aprisionaba, entonces, hace cuatro mil quinientos millones de años,

con la mente envejecida y con escombros:

clamé por un baño de la Luz,

por el agua de la Luz,

por el fuego de la Luz y por su abrigo,

por la multiplicidad de los organismos vivos

para que cada poro,

para que cada tejido lo nombrara

y anhelé descansar en sus pies,

vivir en el más allá reposando en sus pies,

no necesitaba nada más.


Y una puerta descendendió en medio de la nada,

yo no esperaba entrar allí,

nadie me dijo que iría allí,

y se me concedió, sin pedirlo, escuchar al Rey.

-En los ecos del Universo,

en sus ondas,

seres inimaginados hablaban del Rey-


Por su esperanza, primero fui una célula con el rostro humedecido,

y fui evolucionando: el Rey me dió un lenguaje nuevo.

Algún día seré un Adán,

y besaré el pacto perfecto,

acariciaré un León en el paraíso.

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