SOS
I.
Andamos con harapos
y nos arrancaron la ropa.
¿Por qué vienes a ver mi desnudez
a la hora de la siesta?
No me amarres más el vientre
que mis ojos también gritan S.O.S
Salimos a pedir agua y nos dieron azote.
Frente al portón de un hombre humilde
pisoteaste a mis hijos, los estudiantes,
olvidaste que fui un esclavo de los marchantes de blanco.
II.
Sal a barrer por tres pesos,
que los mártires son los desposeídos.
No hay ley para el esclavista.
Bajo la mesa de los contratos abunda el dinero.
¿Por qué tienes envidia del claustro donde aprendo?
¿Te pesan acaso mis letras?
Solo uní mi voz con otros poetas por la lluvia fresca.
Llévate las turbias aguas que arrastran a mis muertos.
III.
En el valle caen los búhos, los mieleros azules y verdes, los copetones, las garzas, y las garcetas patiamarillas.
¿Qué viento fétido vino a nosotros?
El aire nos pertenece
aunque tengamos la sangre de los nadie.
El aire fue el único regalo que nos dio la vida,
y si olvidas nuestros nombres
tus hijos olerán tu ropa tóxica.
IV.
Canta una cigarra en medio de la asfixia,
pero no es el tiempo del apariamiento,
canta del dolor entrañable que hizo
gemir al pueblo.
¡Corre, corre, esconde a los niños!
que nadie sepa que ellos nacieron cantando.
V.
Los ojos siguen abiertos pese al aturdimiento.
Los votantes maldicen
mientras otros aman la fuerza.
¿Por qué soltaste a los rinocerontes
cuando lanzamos las piedras a los charcos?
No íbamos a herir a los peces,
queríamos que se multiplicaran,
en nuestro plato no hay carne roja ni blanca,
nos acostumbraron a chuparnos los huesos.
VI
Mi padre se disfrazó para hacerme escarnio.
¿Qué bebedizo te dieron padre?
¿Ya no conoces a tus hijos,
no conoces a tus hermanos?
Soy como tú, un pobre huérfano.
Mírame a los ojos, pero no me los saques
que a mí también me mataron la madre.
VII
Soy tu hijo único, madre
el que heredó la tierra de tus uñas,
el que aró los campos de señores feudales;
me taparon la cara
porque vieron mi corazón de fuego;
me oprimió un faraón,
el que enreda los hilos.
No me esperes mirando con angustia
por la ventana
que morí luchando contra las tinieblas.
VIII
En el apagón, golpearon la puerta de mi casa con varas de hierro,
las mujeres doblaron los cuerpos, llevaron los niños gradas arriba para no ver la barbarie;
al otro lado de la ciudad,
encendieron velas e hicieron mil ruegos; los que debían oír, pusieron música estridente.
Hay una alarma en las calles,
el miedo busca a los débiles
antes de que el sol revele las manchas de sangre.
Se oyen gritos de dolores de parto,
y la jauria, y yo aquí queriendo una vara para volverme invisible..
IX
Catástrofe antinatural:
mirad los escombros
en las puertas del alma,
mirad el agravio a los recién nacidos
¿Qué afrenta llevará el niño
al que nombraron patrio?
las que dicen matria también huyen.
Abre un hueco bajo las piedras
a ver si sobrevives,
siembra sobre tu cabeza un árbol
porque el hambre apremia,
escarba hasta que encuentres agua limpia,
no te olvides llamar a la curandera,
la salud está en la subasta,
cuídate de empeñar a tus hijos
que las casas de empeño no te los regresan.




