sábado, 23 de agosto de 2025

Tribulación III


Hay días que son claros para mí

un niño lucha por no odiar

a quien mino su casa

y resquebrajó las paredes

tírate al suelo le dije

mientras se golpeaban sus piernas

con los tiestos que le cayeron encima

De nuevo la hiel con el vinagre para la boca

en la infame esponja

de nuevo la caña golpeando

la cabeza de un rey con corona de espinas

¿hasta cuándo la humillación?

Un niño lucha por no maldecir

a quien bloqueó recibir el pan en su mesa

un niño lucha y desea la muerte

y se pregunta por su madre

su padre hace mucho que no está

y ni siquiera sabe si se fue con ropas limpias

o con el lodo que se forma de los sudores

en el desierto

un niño no sabe quién será condenado mañana 

ni quién absuelto

no sabe si habrá indulgencia

si Jesús volverá a predicar a los muertos 

y desea no haber venido a ver la injusticia.

Antes comía pan caliente

su mamá hacía un delicioso guisado

un niño recuerda las aguas donde se bañaba de pequeño

pero está lejos y son tiempos de guerra

de vez en cuando se ríe y vuelve a la orilla de un río buscando pájaros

o viaja al pie del camino desde el que se ven las cabras monteses

pero le da miedo reírse

porque explotan cohetes en su cabeza

y ya no puede dormir

hace mucho su cuerpo está en estado de alerta

y el sonido de las sirenas le hace abrir los ojos

para darse cuenta que está solo

y no huele a la ribera ni a monte

sus pequeñas hermanas no están

una jugaba a cavar pozos lejos de los abismos

y otra se perdió en una cantera

el niño espera el agua y las piedras preciosas de sus hermanas 

tal vez con eso pueda comerse un pan dignamente 

el niño ha hecho preocupar a su madre

ella llora esperando que vuelvan los doctores a sanar la mente del niño

pero hay un niño perdido desentendido del mundo

cuando el niño pisa las calles polvosas ve las ruinas

y entiende que la mano de Dios hizo cosas perfectas

y se pregunta por el país de Dios

ese paìs que no está en los mapas de la tierra 

ese país que no tiene fronteras

donde la xenofobia no se nombra

y el niño alucina con un sueño eterno

para despertar en otro país

un país sin nombre

donde las gentes no son las gentes

porque aquí los que dicen ser gente desatienden la justicia

ese país que parece extraterrestre por causa del respeto a la vida

y el niño sabe de los doctores y doctoras con batas blancas

cuando los ve llora para que le den una cura

y se sienta en un banquito esperando

un pequeño manjar que lo haga desear ese país

hay un niño sangrándole su frente

deseando viajar a esos campos donde está el reposo

hay días que son claros para mí

y dentro de mí cargo a un niño cansado.

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