Carga mi nube con tu tempestad;
quita la dureza, la liviandad;
aprisióname en tu libertad,
dame porción de la eternidad.
Quita el enojo, la irreverencia,
la apatía, la indiferencia;
acércame a tu claridad
porque es cansina la vanidad.
Mira mi corazón compungido,
mira mi lecho vacío,
el sequedal, el desvío;
las manos hambrientas del afligido.
Mira mi entraña, dame la calma,
quita mi prisa, también mis ansías;
tú eres deleite, mi ambrosía,
quiero que seas mi propia vida.
Extiende mi alma en tu escondite;
líbrame de perder el salitre,
dame tu magma, voy al convite,
seré la estrella que en ti orbite.
En ti son hechas todas las cosas
la plenitud de dulces rosas,
eres perfecto entre los lirios,
allí en tu palma sé mi delirio.
No me avergüencen mis enemigos;
tú das amor, haces amigos,
y que mejor es ser un ungido
que levanta al desvalido.
Sea tu fuego de pies a cabeza,
limpia de mi oro las asperezas,
sea diamante de alta pureza,
vuélveme a tu naturaleza.
Lávame en la fuente luminosa;
son tus brazos mansión portentosa,
acúname, hállame silenciosa
entre tus fieles, sea la esposa.
24/12/24
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