Me inquietaban tus manos
¿Podría medir tu calor?
podría saber si ese fuego en tus manos
me haría correr de prisa
y en ti recostarme
o arrinconarte hacía una pared de la casa
No podría saberlo.
Pero cerré los ojos
y en medio de un salón, estando en pie los dos, abrimos nuestras manos
tu calor sobrepasaba el cuerpo
había en tus manos una tibieza de refrigerio
un sosiego
una calma
y todo estaba tan limpio
tan blanco
excepto por mi blusa luctuosa
por esas preguntas inconclusas
por la incertidumbre
Y cuando esperaba mi mano derecha tomar tu izquierda
tu mano vino sobre mi cintura descubierta
y fuimos como dos adolescentes
que tienen inquietud sobre la vida
te sugerí guardar el secreto
y desperté.
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