No me pidas que ría si no es con los pequeñitos que son libres
No me pidas este grito de viuda de Sarepta porque es mío y me lo callo
Tampoco me pidas lágrimas cuando Amalec golpeó mi retaguardia y mis lagrimales son dos cuencos vacíos, lo dicen mis ojeras
No me pidas cuentas porque Judas se apresuró a vender mi carne
No esperes que aplauda las extrañas imaginaciones de Nabucodonosor, también sé lo que es comer hierba en el campo
Fui Eva y no fue glorioso, excepto por Adán y el Admirable
Oi el gemido en la madrugada cuando ya no hay hijo, cuando Abel partió
Vi extinguirse una llama en mis brazos, cuando se iba Urias, Heteo
Carente de luz, anduve por calles desconocidas donde los ebrios y los indigentes suelen sentarse a tu sombra
Yo fui el enfermo esperando por el estanque
Conocí la densa agonía y era más fácil cerrar los ojos que mutar a lo insondable de la sabiduría
Si Eliseo me hubiese dicho zambúllete siete veces...
En todos hay una ausencia, un hueco atravesando el costado
Pero ¿conoces el camino de Job?
yo conocí a Bildad y a Elifaz y también rogué por ellos
Yo tengo mi propio muro para pronunciar las endechas de Jeremías
Y no sé si como a Juan, pidan mi cabeza
pude ser apedreada antes que Jesús me defendiera
Y si canto un himno al amanecer como Pablo y como Silas, guárdate de oírme si no amas porque va a temblar.
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