martes, 23 de abril de 2024

Hirieron lo sagrado



No me pidas que ría si no es con los pequeñitos que son libres

No me pidas este grito de viuda de Sarepta porque es mío y me lo callo

Tampoco me pidas lágrimas cuando Amalec golpeó mi retaguardia y mis lagrimales son dos cuencos vacíos, lo dicen mis ojeras

No me pidas cuentas porque Judas se apresuró a vender mi carne

No esperes que aplauda las extrañas imaginaciones de Nabucodonosor, también sé lo que es comer hierba en el campo

Fui Eva y no fue glorioso, excepto por Adán y el Admirable

Oi el gemido en la madrugada cuando ya no hay hijo, cuando Abel partió

Vi extinguirse una llama en mis brazos, cuando se iba Urias, Heteo

Carente de luz, anduve por calles desconocidas donde los ebrios y los indigentes suelen sentarse a tu sombra

Yo fui el enfermo esperando por el estanque

Conocí la densa agonía y era más fácil cerrar los ojos que mutar a lo insondable de la sabiduría

Si Eliseo me hubiese dicho zambúllete siete veces...

En todos hay una ausencia, un hueco atravesando el costado

Pero  ¿conoces el camino de Job?

yo conocí a Bildad y a Elifaz y también rogué por ellos

Yo tengo mi propio muro para pronunciar las endechas de Jeremías

Y no sé si como a Juan, pidan mi cabeza

pude ser apedreada antes que Jesús me defendiera

Y si canto un himno al amanecer como Pablo y como Silas, guárdate de oírme si no amas porque va a temblar.

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