Eres el único que conoce mi hambre;
lo que corre por mi piel deshabitada
y debajo de ella un cosmos gravitando
hacia aguas mansas.
Eres el único que me llamaste a la luz
cuando fui un caos,
una nube de abismos
con mi pie enredado en el despeñadero.
Necesito comer la palabra de tus labios de fuego;
voy por ti con euforia
con mis palpitaciones intensas
tengo prisa,
tengo el impulso de correr tras de ti cada tarde.
Tengo hambre,
tengo sed de tu sangre
que me quita la escoria y las ansias;
me apetece tu voz rasgando la distancia
y pegarme a tu sombra de mi mano derecha.
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