Me voy sin haber llegado,
me abstengo, me hago a un lado
para que pasen las estrellas
que te han mirado con ansias.
No sé lo que buscan tus manos
aunque en la ciudad coincidimos;
pero estuve ausente y fui sombra
como si tus ojos fueran inertes.
No tropezamos en la balanza, no;
tal vez nos abrazamos sin tocarnos
mas no nos vimos de frente;
me apago, me voy apagando
por esa hoguera que tú provocas,
me uno al agua, me uno al viento
pues vas lejano, no me convocas.
Soy estela de una nave surcando el cielo;
soy el vapor del tren, me desvanezco;
me voy sin haber llegado,
y no sabré de tu perfume;
y guardaré las piedrecillas de ámbar
que no se tiran a los charcos.
Me voy con el libro deshojado;
no recogeré las huellas de tus dedos,
ni marcaré mis muslos con tu nombre;
tal vez ni notes cuando me marche
entre el frío y el silencio de esta noche.
Yo fui una onda que trazaba tu velero;
ahora un cabo roto, aunque completo
por esta pausa en medio de la prisa
para quitar la arena de mi cara;
y resguardarme cual colibrí de cola
ancha en esta orilla del invierno.
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