Ya no es aquel con manos de fuego
que alimentó mi locura,
ya no es el de dolores profundos
y de raíz amarga que absorbía la hiel del mundo.
Ya no son los muchos libros, tantos tan inútiles que agudizaban sus tristezas;
ni las hojas de un pasado de tóxinas;
ya no son las muchas mujeres que se subieron al árbol manipulando el nombre perfecto.
Ahora hay otro horizonte: uno que le atrajo al balcón donde se bate la espada,
a la puerta de millares de ángeles,
donde cada hueso del alma fue restaurado,
donde hay sandalias nuevas
y un cuerpo de águila.
Fue hermoso en lo corruptible;
un cúmulo de imágenes que ya no le nombran:
cada situación que ampliaba la herida.
Ahora se viste de gloria,
y perduró la nobleza por la cual le miraron débil,
perduró su paciencia, sus silencios,
tantas cosas que soportó y calló con tal de no herir.
Aprendió a negarse a si mismo.
Ahora existe un hombre más hermoso:
al que lo ampara la misericordia,
el que ha entrado en el reposo.
19 ago 2023
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