Un amor epistolar
Un cordón umbilical
Que nos unía
La risa y la melancolía.
El reproche contra el tiempo
Un derroche sin caricias
Y cuando fue el momento
Tu mirada inocente cada día
La necedad era entenebrecimiento
Pero sentir tu piel
Era volver al alimento
Tu ingenuidad permitió
Tantas heridas
Pero sentir tu cuello
Era la eternidad de esta vida
Y siempre volvías
A ser un niño que carece
De malicia
como la madre que acuna
A los hijos
Para alejarlos de la sevicia
Y odiaste el mundo por ser cruel
y la crudeza te estremecía
Mas tu fragilidad de hierba fresca
y tu fragancia de limonero
me envolvían.
13 de ago 2023
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