He de salir del pozo del abismo
abrir los cerrojos, romper grilletes
con el sortilegio de la piel mudada
en el luminoso rostro de la aurora.
He de vencer a espada de dos filos
el lazo mordaz de decirnos adiós
con la sed hinchada por bebernos
y la hamaca ondeante y vacía.
He de rasgar el manto de la prisa
conocer la espera, valorarla
dejarme ir en el acorde cálido,
en el hilo de araña de la esperanza.
He de volverme palma africana,
refulgir con el aceite de mis frutos
vestirme de azucenas blancas
en el bramido que batió las aguas.
He de encallar con mi velero firme
en tu orilla rodeada de gaviotas
despertar sin el fragor de la tormenta
a la bienaventuranza de tus manos
y retozarnos,
y retozarnos.
Nota: este poema es la segunda versión de mi texto original.
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