afrontando cada piedra
yo te hallé como la hiedra
inquieta que se expande
Y fuiste espuma ingrávida
el rumor de verdes olas
el beso entregado a solas
en la tarde serena y cálida
El hotel de mil setecientos
de paredes altas y antiguas
resguardó nuestra huida
escuchó el sosegado acento
Secretos compartidos
agua y luz en el estero
al tañer de los panderos
el viento recio y su resoplido
La promesa descendiendo
como cascada infinita
de una llamarada bendita
que nos estuvo envolviendo
Pido que aquellas cenizas
tomen la precisa forma
tú eras mi perfecta horma
y me quedé hecha trizas
En la casa tan vacía
hay un eco que me aturde
y me resulta insalubre
que te llevaras mi vida
Esa orfandad tan atroz
sin tu cabeza en mi regazo
son huérfanos mis brazos
robaste a mi pecho la voz
Y ahora espanto aquel fuego
dejado en la sinrazón
de mi frágil corazón
porque dijiste hasta luego
Pero no supiste volver
de la eternidad que te atrajo
amamos con tal desparpajo
¿me vendrás a socorrer?
Letra: Carolina Varela López