martes, 3 de septiembre de 2024

Carta abril 15 de 2010




El reloj rayaba las diez

y el desayuno estuvo dispuesto en la mesa

el conserje me acompañó a apaciguar la espera

mientras untaba un trozo de mantequilla a mis ansias

para pasar el alimento que se atragantaba

luego limpié mis labios

quienes serían maestros

en la hora en que emanan los azahares.

La puerta del Hotel traía tu aroma de viajero

ninguna parada de tren fue más precisa en la estación

que ese latido intenso que te presagiaba

en el aire frío

en las corrientes del viento

que erizaban mi piel.

Decidí entonces recurrir a aquellas

señales

que te condujeron a mí por primera vez

Tejí para ti una gran red de araña

empuñé un carbón

y empecé a escribir sobre una piedra

la eché a rodar hasta la puerta

como un sortilegio que besaría tu pies.

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