¿Comeré pensamientos,
las violetas deleitosas?
¿Me sabrá a mamoncillo,
a grosellas, a mango biche,
a chontaduro aceitoso?
¿Comeré la palabra escondida,
Tal vez una sílaba,
el contorno de su sonrisa?
¿Descubriré la nota de su melodía
el susurrar de su aliento,
el dejo de un quejido,
la partícula de arena
que trasegó del desierto?
¿Me sabrá a pera envinada,
a duraznos en almíbar,
a panna cotta de pistaches,
a pulpa de guama o de guanábana?
¿Tendrá el licor del chocolate,
el aroma del café, de la nuez,
de la almendra tostada?
¿Me quemará como sol en su cenit
como Antártida Oriental en invierno?
¿Me llevará al sauna perfumado con limoncillo,
a campos de lavanda o girasoles,
o al sendero de los pinos?
¿Me acercará a sedas,
a linos y a algodones?
¿Me hará amar más las rosas,
los geranios, las orquídeas,
las gardenias, las buganvillas?
Solo me pregunto sobre su boca.
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