Esa táctica de meterte en cada neurona,
en la corteza del cerebro.
Esa manía de quedarte hasta en el armazón proteico de cada hueso;
en la postrimería de mi mirada.
Y cada objeto del pasado vuelve a nombrarte como fantasmas en el estante:
todo lo que tocaba los folículos de tus guedejas;
pensar en los navíos delirantes de tus ojos era asomarse al extravío;
quedarse en tu boca era perderse y sucumbir sobre un manto acuoso...
Flotar, solo flotar.
Tu sonrisa en verdad era una trampa,
y yo la mosca atrapada por la araña;
la cuenca de tus manos albergaba las estrellas
y este caparazón de metales se fundía en el crisol...
Tal vez quedaba solo de carne
porque tenías la papaína para ablandarme.
En mí dejaste una contienda,
porque esto no lo entiende ni la ciencia:
hallamos esa fórmula que unifica el universo,
por oír tu voz aquella tarde,
ese quantum que me enviaste;
sobre mi derramaste el estramonio,
se expande y se resiste a irse de mi cuerpo.
Y saber que todo duele,
que ya no vuelves,
que trascendiste.
31 ago, 1 sep 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario