Aquí en el centro
hay una copiosa llovizna
de un sublime néctar
sobre el campo abierto;
bebo como un pecho amarillo sediento
que luchó por libar de la flor iridiscente.
La nube bordeada de oro
desciende al mar en esta península,
rescata al náufrago ahogado
en su propio llanto;
y el cielo como un vientre rosado
anuncia las palomas
de las bienaventuranzas.
No sé quién soy,
pienso que salí con vida
de la tormenta de arena,
pero ya no importa
si él lava el olor a desierto,
y sana los ojos lastimados
de tanto apretarlos.
Cerca está el maná deseado
y nadie tiene gula por las codornices;
no hay necesidad de devorarnos,
de que una odiosa historia nos consuma.
No quiero más manchas en mi entraña,
ni que vengan los carroñeros
a comer mis carnes con el corazón latiendo;
quiero esconderme en la cámara
de donde sale su voz, y sujetar su fuego.
Sep 30 de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario